miércoles, 15 de enero de 2014

                         De vez en cuando sueño palabras. A veces son borrosas o poco definidas, y no las recuerdo al otro día. Pero hay veces que soy claras, son fuertes y definidas. A veces no recuerdo como se escriben, pero si su definición, tanto que se vuelven demasiado grandes para que las entienda. A veces me invaden y me transformo en ellas. Se vuelven parte de mi, las siento.
                        Me despierto aturdida, y trato de sintetizarlas. Trato de escribirlas, las busco en mi interior e intento volverlas algo que pueda tocar. Como si, si no las escribiera me abandonaran para siempre. Como si fuera a perderlas, y con ellas se fuera una parte de mi. Tanto que me encuentro forzándolas, me encuentro abrazándolas furiosamente intentando no dejarlas ir. Y es tanto mi enojo por mantenerlas a mi lado que ya no las reconozco. Que se vuelven extrañas en mis manos. Ya no las recuerdo, ya no son parte de mi. Lo único que puedo hacer es soltarlas, entonces siento que perdí algo. Que por intentar con tanta ira definirme a mi misma ya no me reconozco. Ya no soy esa definición clara, soy fragmentos borrosos que carecen de sentido. Soy una nebulosa, viviendo del recuerdo de mi forma anterior. Soy solo letras.

martes, 14 de enero de 2014

                             A veces cuando el me hablaba sentía que los dos eramos autistas. Sentía que estábamos los dos encerrados, lejanos. Que los dos gritábamos exigiendo una respuesta a una pregunta que no era clara, incapaces de utilizar palabras. A veces cuando el me hablaba me sentía reducida, me sentía un espejo limitado a copiarlo. Me sentía pequeña e inútil. Sentía que quería gritar, que quería decirle algo. Quería que el supiera, quería que el sintiera. Pero yo no tenia palabras que decirle. Yo tampoco entendía.
                             A veces cuando el me hablaba quería llorar y decirle que me dolía. Quería acceder a el. Quería pedirle que paráramos. Pero no podía, no podía explicárselo, no podía escuchar las palabras salir de mi boca. Les tenia miedo. Le tenia miedo a las palabras, me asustaba que su sonido me lastimara. Me asustaba saber en quien me convertiría cuando las dijera.
                           A veces cuando el me hablaba me dolía; así que deje de escucharlo. Pero todavía me duele.