sábado, 10 de mayo de 2014

                       Estamos tan acostumbrados a cubrirnos con techos y paredes, a estar refugiados en algo que nos proteja del exterior, que la visión del cielo nos asusta.
              A veces olvido que mis paredes no me protegen de nada, que solo evitan que mire hacia afuera y vea la realidad.